Cadáver exquisito - Parte Uno, Capítulo 23 + Chocoporotos y Listado de distopías recomendadas

  

    Llegamos al final de la primera parte. ¿Cómo llevan la lectura hasta ahora?    

    Les dejo por aquí el último capítulo de esta mitad de la novela. Lo titulé Lo prohibido. Vayan con cuidado.


Escuchar Capítulo 23. Lo prohibido, Fin de la primera parte.

    Me gustaría leer sus impresiones.

    Luego, a pedido del Club, nucleamos acá las distopías recomendadas en este último tiempo. En especial las que son más nuevas. Recomendamos siempre comprar los libros o visitar la biblioteca del barrio.



Juan Ignacio Pisano. El último falcon sobre la tierra. (2019)
Recomiendan @_maciorowska_ y @lapocalipsiok
    Este lo estoy grabando en formato audiolibro, lo escuchan aquí: Último falcon.
    Estas son las tierras bajas. Las del barro. Las que se inundan. Donde nada crece ni funciona. Donde las baterías de la civilización están en sus últimas líneas y hasta el lenguaje se acaba. Allí algunos no hablan, no pueden o no quieren. Todo se raciona. Y día a día las pandillas de chicos en bici o a caballo se disputan el control de la zona. En cuanto uno asoma cabeza, hay otro listo para cortarla. En el medio de las cruzadas barriales, la gente sobrevive. Trata de no llamar la atención. De hacerse invisible. Pero la narradora tiene un problema: un poder. Sabe leer y escribir, y debe poner sus servicios a alguna de las bandas en guerra. Peor aún, en un mundo en el que los autos son una rareza, aparece un vehículo tan extraño como un animal mitológico: ¿el último Falcon de pie? El abuelo, un ex corredor de Turismo Carretera, es quizás el único capaz de devolverle la vida. El último Falcon sobre la tierra nos cuenta nueve días de una comunidad extraña, marcada por la tragedia y las catástrofes, pero también por nuevos comienzos. Porque, como dice la narradora: “La esperanza adquiere a veces unas formas muy extrañas”.




Juan Ignacio Pisano. El viento de la pampa los vio. (2021) 
Recomiendan @_maciorowska_ y @lapocalipsiok
    A nadie le resulta raro el clima de paranoia y desconcierto que puede despertar una enfermedad. Menos, la idea de que esa enfermedad pueda derivar en una invasión de zombis. Ya sea en el mundo real o en las series que todos citan, ambos conceptos nos saben a lugares comunes. Pero, ¿qué pasa si eso mismo es contado desde el punto de vista de una pareja preocupada por los pañales de su beba? ¿O por el hecho de que el fuego de la relación se ha perdido y no saben qué hacer de esa vida juntos, para nada excitante?
    Este contrapunto es lo que subraya la originalidad de El viento de la pampa los vio, novela de Juan Ignacio Pisano, escrita antes de El último Falcon sobre la tierra. En sus páginas, el autor inventa un nuevo género: el del "terror gauchesco". La llegada de un extraño mal que vuelve (aparentemente) loca a la gente sorprende a Hilario, Amalia y la pequeña Mara en plenas vacaciones en Las Grutas. De esa quietud adormilada, pasamos a una road movie rockera en donde la acción se combina con dos padres que arman, en la intimidad, un mundo en donde criar a su beba. Claro, siempre que pueden escapar del malón zombificado que cada tanto emerge, en muchos casos, a la manera de cuadros grotescos que no retacean lo horroroso. Pisano recurre a cierta compasión y amor familiar que hace juego con la sangre, los rostros desencajados por el hambre y la sensación de que todo momento es el último. Porque quizás lo sea. Resta leer el libro para averiguarlo.
 
 
   

Tim Maughan. Detalle infinito. (2022)
    Un acto anónimo de ciberterrorismo ha hecho colapsar internet de forma permanente y, con ello, a toda la infraestructura que mantenía al capitalismo en marcha: el sistema financiero, las cadenas de suministro, las telecomunicaciones, la energía, las redes de vigilancia.
    En un futuro cercano pero distante, en el que los lujos que caracterizan la vida contemporánea escasean, Tim Maughan orquesta con maestría un elenco de personajes que pretenden restablecer los lazos colectivos rotos. Como Rushdi Manaan, un hacktivista que recorre en un buque de carga los puertos ahora desiertos de la logística global para reencontrarse con su novio. O Mary y Anika, que se pierden entre los espectros virtuales de un mundo que ya no existe, buscando respuestas en el pasado. O Tyrone y su obsesión por los antiguos vinilos de música jungle, con los que pretende mantener vivo el espíritu comunitario de las radios pirata en un suburbio de la ciudad de Bristol.


Fabio Mazía. La venta. (2022) Recomienda @maruperazzo
    Google quiere comprar la Argentina. Estrada, presidente electo, ve este ofrecimiento como la solución a los problemas nacionales. Hay consenso popular, es lo mejor que les puede pasar a los argentinos. Sobre todo, teniendo en cuenta que Google ofrece un millón de dólares a cada habitante, con una única condición: abandonar el país. La Venta es aceptada por la mayor parte de las fuerzas políticas locales y, una vez aprobada, se dispone la salida de la población en orden alfabético. Mientras esperan su turno para marcharse, Juan Zaldívar y su hijo Ezequiel quedan enfrentados en bandos ideológicos opuestos. Juan se une a un grupo de rebeldes nacionalistas que se resiste al exilio. Ezequiel, en cambio, no ve la hora de irse. Algoritmos, grupos guerrilleros y una fantasía científica perturbadoramente realista. A fuerza de ironía, suspenso y sátira política, La Venta describe un futuro absurdo y un país desgarrado en el que tal vez vivimos hace ya un buen tiempo.



Vera Jareb. No quedan amuletos. (2022) Recomienda @soyalumine
    Cartas sin enviar. Una historia de amor del pasado. Nuevas aplicaciones con el afán de reemplazar el contacto humano. No quedan amuletos es un relato que aborda la nostalgia desde una voz adulta que se encuentra en un mundo muy distinto al que conocía en su infancia y adolescencia. Situada en un entorno de corte futurista, no muy lejano, en el cual la digitalización de la vida es la “nueva realidad”. Esta obra nos resuena profundamente por sus detalles descriptivos y por una subjetividad narradora que se debate entre adaptarse o buscar puntos de fuga a la normalidad imperante. Bajo un tono epistolar y poético, Vera Jereb condensa la melancolía, la confusión y el dolor por la lenta cancelación del futuro imaginado.

    Recordamos también que la Biblioteca de Distopías de Lapocalipsi sigue activa y goza de buena salud. Ahí se pueden leer y descargar distopías (y otros libros de sus autores) que no figuran en el listado actual y que han sido recomendadas por miembros del Club.
    
    Para la receta de hoy, un postre vegano del amor. Chocoporotos de Nati Kiako. Les recomiendo ese experimento hermoso, no se arrepentirán jamás.


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Imagen: Cadáver exquisito versión de Brasil.



Crema chocoporotos Receta de Nati Kiako.

Full recomiendo.




Ingredientes
2 tazas de porotos negros, porotos aduki o porotos blancos (ya cocidos) 
½ taza de cacao amargo 
1 taza de azúcar mascabo, reemplazable por el endulzante que elijan. Recomiendo no reemplazar más de la mitad por miel o stevia para obtener los mejores resultados. El reemplazo por dátiles remojados y descarozados queda delicioso, sea por el total o por la mitad. 
 ½ taza de aceite de coco se puede reemplazar por cualquier otro aceite, recomiendo oliva 
1 cucharadita de vainilla (opcional) 
1 cucharadita de canela (opcional) 
1 cucharadita de café soluble disuelto previamente en agua (opcional) 
Agua tibia, cantidad necesaria (alrededor de 1 taza, a gusto) 
Pizca de sal

Procedimiento

    Procesar, licuar o mixear, todos los ingredientes juntos reservando para el final el cacao y parte del agua. Agregar el líquido de a poco, hasta obtener la textura deseada: si se quiere para rellenar que sea más densa, si es para cubrir más ligera. Con los porotos aún tibios la crema sale mejor y más rápido (más tersa y sedosa) pero se logra de cualquier modo si están fríos: en ese caso recomiendo agregar el agua tibia.

Conservar en heladera hasta utilizar, en tupper o frasco hermético, por diez días sin problemas.

Cuanto más azúcar y aceite, más dura. Otra forma de que dure más sin subir grasas y azúcares: frasco de vidrio hermético lo más al fondo en la heladera posible. No lo freezen, cambia su textura. Salvo que lo quieran comer helado…

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